La búsqueda de lo perdido

Se la veía siempre solitaria, con la mirada perdida en cada rincón, caminando a paso rápido de un lado a otro sin apartar la vista del suelo. Sentía su desesperación. Quizá hubiese perdido un objeto valioso muy pequeño, difícil de ver, como un pendiente o una pequeña gema. A pesar de la necesidad que tenía de acercarme a ella y ayudarla, me fui de allí, pero no sin cierta preocupación por esa pobre mujer. No podía quedarme allí. Tenía cosas importantes que debía hacer y no tenía casi tiempo para estos pequeños retrasos.

Pero a cada lugar que iba, allí estaba ella, con la mirada clavada en el suelo, yendo de un lado para otro, desesperada. No podía ser que a cada lugar que iba también hubiese perdido algo en el suelo. Esto no me encajaba y me parecía muy extraño.

Entonces, la volví a ver en París. No podía quedarme de brazos cruzados sin preguntarla tan siquiera. Le dije a mi ayudante que aguardase un momento, y me aproxime a la mujer. Fue entonces cuando descubrí que murmuraba cosas sin sentido.

- Perdone..., perdone... He observado que cada lugar al que visito está usted ahí buscando en el suelo algo que no consigo ver. ¿Qué es aquello que busca con tanto empeño?

La mujer se calló y me miró a los ojos durante unos segundos. Después bajó la mirada y siguió con su incansable búsqueda entre murmurllos. En ese momento, se acercó mi ayudante y me dijo al oído con tono triste:

- Busca su espíritu perdido. Aquellas ganas de seguir resistiendo...

Fuente: M.C.Arcos